sábado, 29 de mayo de 2010





Hoy pensando un poco unas fotos que tengo el fin que viene para una querida amiga, me di cuenta de que, así no lo admita, en oportunidades me gusta hacer portfolios.

Mi maestro me educó con la fuerte convicción de que realizar un portfolio es un acto de amor. Nunca son bien pagados, y lo poco que te pueden pagar no compensa el tiempo que le dedicas.

Hoy en día lo veo un poco más allá que un simple acto de amor. Me gusta realizar uno que otro portfolio para amigas modelos, que sin tener la mínima idea de lo que está pasando por mi cabeza, se exponen abiertamente a cuan capricho se me atraviese en el momento que están paradas frente a mí.

Fotos sin mucha producción, sin mucha gente, sin pretensiones. Lo que está a la mano es lo que sirve: una franelilla rota, el cardigan que tenía puesto, incluso un sombrero viejo. Al final, no importa si tiene o no algo puesto, lo que importa es esa sensación de intimidad entre los dos, hablamos entre nosotros con una simple mirada. Somos honestos, somos confidentes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario